EL AUTOCONCEPTO
El autoconcepto es la imagen que tenemos de nosotros mismos. Esta imagen toma representación a partir de un buen número de variables, pero es influenciado por nuestras interacciones con las personas influyentes en nuestras vidas. Encierra como percibimos nuestras capacidades y nuestra propia característica, y en cuanto decaemos esas auto percepciones se vuelven mucho más constituidas, detalladas y específicas. El autoconcepto se compone de dos partes esenciales: la semejanza personal y la identidad social.
Nuestra semejanza personal incluye variables como los rasgos de personalidad que forjan a cada ser humano único.
La identidad social por su parte contiene los grupos a los que pertenecemos dentro de la comunidad, religión o la propia familia. Se edifica sobre la base de la pertenencia a determinados grupos sociales con los que nos hermanamos al objeto de fortificar nuestra propia identidad.
Las personas pueden llegar a tener una autoimagen inflada y pretender que las cosas son mejores de lo que realmente son, paradójicamente, las personas son generalmente propensas a tener una autoimagen negativa y percibir o exagerar las fallas o debilidades. La autoestima se representa según la medida en que nos gustamos y aceptamos, así mismo nos aprobamos, o mejor dicho todo lo que nos valoramos, consecuentemente puede derivar en una visión negativa o positiva de nosotros mismos.
Existen 4 factores que afectan la autoestima:
1º La reacción de los otros.
Si percibimos la manera de como la gente nos admira, nos adula, nos busca, nos escucha poseemos la tendencia a desarrollar una autoestima positiva.
2º La comparación con los demás.
Cuando nos comparamos con personas exitosas, felices y ricas asumimos la tendencia a autovalorarnos negativamente, y si es al revés nuestra autoestima será positiva.
3º Los roles sociales.
Ciertos roles sociales proporcionan cierto prestigio como lo son el ser médico, piloto, deportista renombrado; esto promueve una autoestima elevada, en cambio otros roles sociales están estigmatizados como los presos, desempleados, enfermos mentales, recolectores de basura o sepultureros; esto lleva a una emanación directa sobre la valoración que hacemos de nosotros mismos.
4º Identificación.
Se bifurca de lo anterior mencionado, ya que se refiere a la interiorización de los roles que desempeñamos. Se convierten así en parte de nuestra personalidad, nos equiparamos con las posiciones que ocupamos, o los grupos a los que pertenecemos.
El autoconcepto es muy importante en la juventud, es un factor clave en la formación de la personalidad, y se corresponde con el bienestar personal a lo largo de la vida de un individuo, por eso desarrollar un autoconcepto positivo desde la adolescencia viabiliza un buen encaje psicosocial y previene futuras complicaciones psicológicas y de adaptación personal.
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