¿CÓMO SUPERAR LA INCERTIDUMBRE A LA HORA DE TOMAR DECISIONES?
Todos presentamos vacilaciones de vez en cuando, o podemos sentirnos inseguros ante concluyentes situaciones. Los miedos y dudas pueden llegar a ser buenos consejeros a la larga. Nos hacen estimar las opciones con detenimiento, impiden que seamos precipitados o ingenuos, nos hacen valorar las posibles consecuencias negativas, tener en cuenta dificultades y planificar bien la ruta. Eso es bueno.
El problema está en la mesura, los miedos han de ser buenos consejeros, pero no debe bloquearnos. El miedo ha de prevenirnos, ayudarnos en nuestro camino, pero sin ser una barrera infranqueable. Si queremos aprender a patinar, el miedo a caernos debe conseguir que seamos rehuidos, que asimilemos cómo caer bien para no hacernos daño, que nos coloquemos las protecciones adecuadas, y que tengamos cuidado; pero tiene que dejar que nos movamos. Si nos quedamos bloqueados y no somos capaces de ponernos los patines por aprensión a caer, no aprenderemos nunca a patinar:
“Hemos de asumir una parte de riesgo. Es muy probable que nos caigamos, forma parte del proceso de aprendizaje, se trata de disminuir riesgos e intentar no hacernos daño, y poco a poco iremos adquiriendo más equilibrio y más confianza.
El correctivo de la inseguridad es la autoconfianza, no el buscar la seguridad absoluta y el control”.
De hecho, paradójicamente, muchas veces sucede que la búsqueda de la seguridad nos genera más y más incertidumbre: No puedo estar seguro completamente de que mi pareja es fiel, salvo que la vigile 24 horas al día. Pero si puedo tener confianza en ella, confiar en nuestra relación y buena comunicación. El querer “controlar” produce suspicacia y me separa de mi pareja, el avivar la complicidad, la buena comunicación, y la sinceridad, nos acerca y genera confianza. Para sentirnos seguros a veces queremos poder controlar todos los factores: pero muchas veces esto es imposible.
¿Cómo puedo fomentar la autoconfianza?
Para ir ganando seguridad hemos de ir obteniendo pequeños retos, a medida que avanzamos vamos ganando confianza. Planifica tus retos, planifica tu “plan de entrenamiento en autoconfianza”. No dejes que la inseguridad sea como un padre sobreprotector: que por querer que no pase nada malo no te deja hacer nada. Conviértela en un buen mentor que te ayude a afrontar con cautela los retos y dificultades; y te haga ganar confianza en ti mismo.
¿La inseguridad te asedia y no te deja pasar a la acción?
En estos casos muchas veces la decisión la tenemos clara. Es decir: sabemos lo que queremos; pero la inseguridad no me deja dar el siguiente paso porque: “¿Y si...sale mal, le sienta mal a alguien, fracaso, me reprochan, alguien se irrita, sufro o sufren otros, pierdo comodidad, etc?”. Un ejemplo:
Inseguridad por miedo al fracaso. Quiero abandonar mi trabajo y emprender un negocio por mi cuenta, pero hay muchos riesgos…
¿Y si pierdo la estabilidad de un trabajo fijo por emprender y todo termina mal? ¿Y si acabo arruinado? ¿Y si no tengo las destrezas?
Si te fijas aquí lo que nos impide avanzar es la turbación a las consecuencias de nuestra decisión, lo que ambicionamos hacer lo tenemos sosegado, pero hay inseguridades respecto a cómo voy a afrontar los aprietos que se presenten al dar el paso.
* Guíate por tus valores.
* Guíate por las cosas importantes para ti, e incluso por tu instinto.
* Lánzate, evita la parálisis del análisis pasando a la acción, siempre habrá tiempo de corregir el rumbo.
¿Y si pierdo la estabilidad de un trabajo fijo por emprender y todo termina mal? ¿Y si acabo arruinado? ¿Y si no tengo las destrezas?
Si te fijas aquí lo que nos impide avanzar es la turbación a las consecuencias de nuestra decisión, lo que ambicionamos hacer lo tenemos sosegado, pero hay inseguridades respecto a cómo voy a afrontar los aprietos que se presenten al dar el paso.
* Guíate por tus valores.
* Guíate por las cosas importantes para ti, e incluso por tu instinto.
* Lánzate, evita la parálisis del análisis pasando a la acción, siempre habrá tiempo de corregir el rumbo.
En estos casos tenemos que arrojarnos, probar, confiar en que si vemos que por ahí no vamos bien sabremos reconducir el camino. Los rumbos en la vida no siempre son en línea recta, puede haber curvas, espirales, baches, saltos. No hay una sola “forma correcta” de hacer las cosas.
Sencillamente recuerda que, como decía un tal Machado, “se hace camino al andar”.
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